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domingo, 2 de octubre de 2011

Saluden al campeón


La última 
 
Emilio Pérez de Rozas | 02.10.2011 | 04:05h
Hay muchas maneras de ser grande en el deporte. Y, en la vida, claro, como no. Pero en el deporte, y más en el deporte de alta competición, da la sensación de que si no ganas, peor aún, si no `campeonas¿, si no atesoras títulos, cetros, premios, no eres nadie. Cuantas veces hemos oído a todo tipo de deportistas y técnicos decir eso de que “sí, sí, todo lo que estamos haciendo es muy interesante, muy brillante, vale la pena, hace disfrutar a la gente, pero si no ganamos, si no conseguimos títulos, nada de todo esto habrá valido la pena”. Pero el deporte y la vida suelen reservar un lugar especial para los que, habiendo hecho todo su trabajo de forma inmaculada, no han coronado su vida, su proyecto, con títulos. Yo creo que ese recuerdo, esa cita con la historia, es doblemente interesante, justa y simbólica porque ser recordado, pese a no ganar, es casi una gesta superior a coronarte rey de reyes. Es cierto que la corona te convierte en el mejor de lo tuyo y demuestra que, en efecto, no ha habido otro mejor que tú. Pero hay carreras que han servido de ejemplo, dentro y fuera de la competición, para demostrar que tal deportista o tal equipo deben de ser considerados como modelos a seguir, a imitar y, sobre todo, deberíamos (en realidad así ha ocurrido) considerar sus vidas como si las hubiese protagonizado aquel o aquellos que, en su momento, les derrotaron y se convirtieron en ganadores con pleno derecho.

El deporte español, plagado en las últimas décadas de campeones, de casi todo tipo de campeones, en deportes individuales y de equipo, tiene hoy una oportunidad única, cosa extraña después de comprobar el gran dominio que los españoles han tenido en múltiples especialidades deportivas. Y ya ni les cuento si de lo que estamos hablando es de motos, del deporte de las dos ruedas, de esa especialidad plagada de campeones españoles. Parecía, en efecto, que ya no nos quedaba nada por ganar. Y, sí, restaba por alcanzar el título mundial de Superbikes, ese campeonato derivado de las motos `gordas¿ de serie, de calle, de esas que muchos de nosotros vemos por las carreteras que van, sí, a toda velocidad. ¿Demasiado?, demasiado, también.

Pues ese cetro va a ser hoy, esperemos, deseemos, ansiemos, para un veterano catalán, para el inmenso, constante, profesional, sacrificado y veterano Carlos Checa, uno de los pilotos más grandes de las últimas décadas, que parecía iba a retirarse injustamente sin corona. Un muchacho que jamás dio su brazo a torcer y que nos ha demostrado a todos que no hacía falta ser campeón de nada para ser un `grande¿ entre los `grandes¿. Pero hoy, mira por donde, Checa se convertirá en inmenso, en sublime, en histórico. Como se merece. Como merece su perseverancia.
Fuente: SPORT.es

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