'El rey león', el musical
'El rey león', el musical

CRÍTICA

No cabe duda El Rey León es un musical que hace honor a la palabra espectáculo. Los ingredientes no podían ser mejores: una película mítica de Disney, una banda sonora en la memoria de todos y años de rodaje en Broadway, Londres, Tokio….

La versión española de este musical ha llegado a la Gran Vía madrileña para quedarse, gracias a una expectación y unas referencias que le han hecho vender más de 100.000 entradas antes de su estreno y que ya haya que esperar meses para poder verlo.

Eso, a pesar del alto precio de las entradas (justificado por lo inmenso del montaje). Sin embargo, merece la pena ahorrar para darse el gustazo de emocionarse con una historia que, lejos de perder, gana en intensidad con el montaje en directo y sobre las tablas de un teatro. La producción, de Stage Entertaiment, es sencillamente insuperable. No se puede hacer más dentro de un teatro.

El musical sigue fielmente el guión y la banda sonora de la película y apenas se permite unas pocas licencias escenográficas. Los amantes de la película disfrutarán reconociendo cada escena.

La recreación del mundo animal es espectacular, con inmensos especímenes que se mueven con sorprendente agilidad y realismo. El vestuario supone una obra de arte en sí mismo, de hecho, las máscaras, animales y demás aparejo es objeto de una exposición propia.

El elenco está a la altura de la producción, en el que destaca labor de los pequeños actores, los niños que dan vida a Simba y Nala, que hacen, a su corta edad, un trabajo impecable. Geniales la música en directo, la percusión, la escenografía… No se puede esperar al final para empezar a aplaudir.

Sin embargo, no es un musical para niños. Al menos, no sólo para niños. Por supuesto, cualquier jovencito que vaya se quedará las dos horas y media boquiabierto, pero a su lado habrá también adultos con la misma expresión.