ANÁLISIS | Hábitos de consumo
Puesto del Mercado de la Boquería en las Ramblas. | Santi Cogolludo |
Sólo un pequeño porcentaje de consumidores lee la información nutricional
La información que está en el centro del envase es la que más atención capta
Han estado en el centro del debate de muchos gobiernos y finalmente ganaron la batalla, ¿o no? Las etiquetas nutricionales han pasado la criba de muchos recelos para situarse, con el respaldo de la ley, en los envases de los productos alimenticios. Sin embargo, parece que esto no es suficiente para llamar la atención del consumidor. A pesar de que todos presumimos de fijarnos en los ingredientes de lo que tomamos, parece que esto es más una pose que una realidad. Según un estudio, tan sólo el 9% de los compradores fija su mirada al contenido calórico de la cesta de la compra y un 1% al resto de componentes como las grasas o los azúcares. Además, el lugar donde se coloquen estos mensajes parece ser clave en nuestra atención.
Se estima que para 2030, más del 85% de los estadounidenses tendrá sobrepeso y más del 50% de los adultos de ese país tendrá obesidad. En nuestro país, el exceso de peso también se está convirtiendo en un problema de Salud Pública, ya que según un estudio realizado por la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) el 45% de los niños españoles tiene sobrepeso. Una de las medidas adoptadas en algunos países es la de mostrar el contenido calórico en los envases de los alimentos y su contenido en grasas o azúcares. Sin embargo, son pocos los estudios que han evaluado la atención que los compradores prestan a estos mensajes y qué influyen en nuestras miradas se detengan en ellos.
Para conocer su impacto y los factores que influyen en el consumidor, los investigadores Dan Graham y Robert Jeffrey, del departamento de Epidemiología y Salud Pública de la Universidad de Minnesota (EEUU), han realizado un estudio en el que han simulado en un ordenador la actividad que se lleva a cabo en un supermercado.
Antes de iniciar el programa, los investigadores avisaron a los participantes que una cámara iba a registrar sus movimientos visuales mientras miraban 64 alimentos, pero no de que se iba a fijar en si leían o no la información nutricional. Al mismo tiempo ellos debían indicar, clicando un botón, si lo comprarían o no, o si no corresponde, en relación a si ellos tenían alguna restricción dietética por la que debían evitar tomar un producto particular.
De esta manera, los 203 participantes vieron imágenes que incluían una selección variada de productos que se podían agrupar dentro de platos principales (sopa, huevos o pizza) aperitivos (frutos secos, galletas saladas, etc), y postres (helados, galletas...). La selección de estos productos podía hacerse en una hora. Después de esta 'compra', los voluntarios realizaron una encuesta sobre la actividad realizada, su formación nutricional o su actividad física.
Tras analizar los datos y las respuestas, se comprobó que los participantes decían haber mirado la etiqueta nutricional en más ocasiones de lo que en realidad lo habían hecho. El 33% de ellos informó que casi siempre miraba el contenido calórico presente en esta información, el 31% señaló que se fijaba casi siempre en el contenido de grasas totales, el 20% decía lo mismo en relación a las grasas trans, el 24%, en cuanto al contenido de azúcares y el 26%, en el tamaño de la porción. Sin embargo, la cámara que registró sus movimientos visuales detectó que sólo un 9% de los participantes realmente miró el contenido calórico de casi todos los productos, y alrededor de un 1% de ellos echó un vistazo a cada uno de los componentes mencionados.
Otro dato importante que se puede extraer del estudio, publicado en la revista 'Journal of the American Dietetic Association', es que cuando la etiqueta nutricional estaba situada en el centro del envase las personas leyeron más de un apartado del 61% de las etiquetas en comparación con el 37% y 34% cuando las etiquetas que se situaban a la izquierda o a la derecha del paquete. Además, el registro mostró que la mayoría de los consumidores leyó sólo las cinco primeras líneas de la información nutricional.
"Estos resultados indican que lo que cada uno dice que lee de estas etiquetas nutricionales no se corresponde exactamente con la realidad. Además, la localización de estos mensajes y los componentes específicos se relacionan con la visión. Los consumidores son más propensos a mirar las etiquetas que están situadas en el centro y los nutrientes que están colocados al principio de ellas. Como sabemos la cantidad de nutrientes que contienen los alimentos que pueden influir en la adquisión de una compra sana, la colación de estos mensajes podrían tener un gran impacto en la Salud Pública", concluyen los autores del estudio.
Fuente: EL MUNDO.es
Se estima que para 2030, más del 85% de los estadounidenses tendrá sobrepeso y más del 50% de los adultos de ese país tendrá obesidad. En nuestro país, el exceso de peso también se está convirtiendo en un problema de Salud Pública, ya que según un estudio realizado por la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) el 45% de los niños españoles tiene sobrepeso. Una de las medidas adoptadas en algunos países es la de mostrar el contenido calórico en los envases de los alimentos y su contenido en grasas o azúcares. Sin embargo, son pocos los estudios que han evaluado la atención que los compradores prestan a estos mensajes y qué influyen en nuestras miradas se detengan en ellos.
Para conocer su impacto y los factores que influyen en el consumidor, los investigadores Dan Graham y Robert Jeffrey, del departamento de Epidemiología y Salud Pública de la Universidad de Minnesota (EEUU), han realizado un estudio en el que han simulado en un ordenador la actividad que se lleva a cabo en un supermercado.
Antes de iniciar el programa, los investigadores avisaron a los participantes que una cámara iba a registrar sus movimientos visuales mientras miraban 64 alimentos, pero no de que se iba a fijar en si leían o no la información nutricional. Al mismo tiempo ellos debían indicar, clicando un botón, si lo comprarían o no, o si no corresponde, en relación a si ellos tenían alguna restricción dietética por la que debían evitar tomar un producto particular.
De esta manera, los 203 participantes vieron imágenes que incluían una selección variada de productos que se podían agrupar dentro de platos principales (sopa, huevos o pizza) aperitivos (frutos secos, galletas saladas, etc), y postres (helados, galletas...). La selección de estos productos podía hacerse en una hora. Después de esta 'compra', los voluntarios realizaron una encuesta sobre la actividad realizada, su formación nutricional o su actividad física.
Registro visual
Tras analizar los datos y las respuestas, se comprobó que los participantes decían haber mirado la etiqueta nutricional en más ocasiones de lo que en realidad lo habían hecho. El 33% de ellos informó que casi siempre miraba el contenido calórico presente en esta información, el 31% señaló que se fijaba casi siempre en el contenido de grasas totales, el 20% decía lo mismo en relación a las grasas trans, el 24%, en cuanto al contenido de azúcares y el 26%, en el tamaño de la porción. Sin embargo, la cámara que registró sus movimientos visuales detectó que sólo un 9% de los participantes realmente miró el contenido calórico de casi todos los productos, y alrededor de un 1% de ellos echó un vistazo a cada uno de los componentes mencionados.
Otro dato importante que se puede extraer del estudio, publicado en la revista 'Journal of the American Dietetic Association', es que cuando la etiqueta nutricional estaba situada en el centro del envase las personas leyeron más de un apartado del 61% de las etiquetas en comparación con el 37% y 34% cuando las etiquetas que se situaban a la izquierda o a la derecha del paquete. Además, el registro mostró que la mayoría de los consumidores leyó sólo las cinco primeras líneas de la información nutricional.
"Estos resultados indican que lo que cada uno dice que lee de estas etiquetas nutricionales no se corresponde exactamente con la realidad. Además, la localización de estos mensajes y los componentes específicos se relacionan con la visión. Los consumidores son más propensos a mirar las etiquetas que están situadas en el centro y los nutrientes que están colocados al principio de ellas. Como sabemos la cantidad de nutrientes que contienen los alimentos que pueden influir en la adquisión de una compra sana, la colación de estos mensajes podrían tener un gran impacto en la Salud Pública", concluyen los autores del estudio.
Fuente: EL MUNDO.es
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