CULTURA SIN PAPELES
02.09.11 - 00:03 -JAVIER MENÉNDEZ LLAMAZARES
Hablar de redes sociales y literatura en Cantabria hace tiempo que ya no es novedad. Desde hace dos años, las páginas de este diario han publicado textos sobre el uso que los escritores hacen de Facebook, sobre los blogs literarios de la región o monográficos sobre revistas virtuales como 'Maisontine' y 'Absenta' o acerca de blogueros como Miguel Ibáñez, Juan José Cacho o Mariola 'Giraluna'.
La presencia en la red de los escritores cántabros es una constante de la última década; primero a través de las bitácoras personales y más recientemente por medio de redes como Facebook y Twitter; un camino habitualmente recorrido por los autores de la región: Ana Rodríguez de la Robla, Vicente Gutiérrez, Jesús Cabezón, Noé Ortega, Nieves Álvarez o Marc R. Soto son tan sólo algunos de ellos.
Un éxito cocinado en la red
Quizá el escritor regional con mayor éxito 'social' en su 'doble vida' virtual sea Regino Mateo. Su legión de seguidores sigue fiel al blog 'Desde una habitación desordenada' (antes conocido como 'Un Santander posible'). Es cierto que la actividad de los blogs ha ido descendiendo a medida que se imponían las redes sociales, pero también se producen curiosas paradojas, como que el número de lectores del blog aumente: «No disminuyen las visitas, porque publicar un post en una red social es también una forma de promocionarlo; pero los lectores prefieren leerlo en el blog y luego poner sus comentarios en Facebook».
Para Mateo, existen grandes diferencias entre las bitácoras y otras redes: «Me siento más cómodo en el blog; te permite escribir según tus propias decisiones. En ese sentido se parece más a la escritura clásica: como autor tienes control absoluto y eliges el tema, decides la extensión, el estilo. y luego, como mucho, puedes esperar reacciones de los lectores, pero es un entorno mucho más proactivo que las redes sociales».
Respecto a las redes sociales, Regino Mateo destaca de Facebook «su capacidad para generar y mantener diálogos. Mientras Twitter sólo permite lanzar 'consignas', en Facebook es posible argumentar, replicar, debatir.». La red de 'tweets', «te obliga a la concisión: al ser un espacio tan limitado, a veces ni siquiera te cabe una idea, lo que te obliga a buscar soluciones. Quizás sea lo más parecido a un verso. No es lenguaje sms, sino que precisa una expresión más certera, en ese sentido resulta un ejercicio verdaderamente literario».
El lleno absoluto en la presentación del último libro de Regino Mateo, el poemario 'La mirada caliza', no es sino una muestra de cómo la actividad virtual y la física no son mundos paralelos, sino convergentes: entre el público estaban muchos de sus lectores de la red, convocados a través de un evento de Facebook.
Unas risas
Mucho antes de entrar en Facebook, el poeta Alberto Santamaría ya tenía una intensa actividad en Internet, especialmente en su blog. «En mi caso el uso de estas redes es realmente 'social': las uso para comunicarme con amigos y con gente con la que difícilmente podría contactar de otro modo». Sin embargo, el contenido de sus posts y comentario siempre ronda lo literario: «Cierto, pero sucede de un modo, digamos, colateral. Para lo que yo uso Facebook es para echarme unas risas, y básicamente, para colgar chorradas. Puntualmente puedo promocionar algún acto, compartir citas o comentar un texto, pero no creo que sirva realmente como medio literario más allá del fugaz hallazgo de una imagen o de una idea».
Santamaría apuesta, en cambio, por las bitácoras personales: «La parte más 'seria' de mi uso de Internet es mi blog, que me gusta utilizar como instrumento de crítica cultural, siempre tratando de buscar una perspectiva propia a cuestiones literarias o filosóficas».
Puesta en escena
Si lo habitual para un escritor es comenzar con un blog, el poeta Rafael Fombellida escogió el camino opuesto, abriendo directamente una cuenta en Facebook. «Es que, hasta hace poco, lo habitual era no tener blog, y que los escritores ignorásemos la red por completo. En esto, como en todo, las modas tienen mucho que ver. Y el blog forma parte de lo que podríamos llamar la 'puesta en escena' literaria de un escritor actual: hay que estar y, además, mostrar».
En su muro, Fombellida recoge desde mordaces comentarios de actualidad hasta hilarantes entradas -casi monólogos humorísticos- sobre músicos olvidados o miserias cotidianas. Algo muy cercano a lo que podría ser una bitácora, una tentación en la que prefiere no caer: «No me llama; primero, porque soy muy poco constante, y acabaría como un erial. Y segundo, por el propio medio: al no existir un editor, o al menos una opinión autorizada, el único límite es la conciencia del escritor. O su ego. El exhibicionismo, presente en todos los ámbitos, no falta ni en el virtual ni en el literario, y al final nos encontramos con contenidos que pueden oscilar entre la excelencia y la mediocridad más absoluta».
Un escaparate editorial
No sólo para los autores han resultado un terreno propicio las redes sociales; también libreros, agentes, editores y en general todos los oficios del libro han aprovechado sus ventajas. La editorial El Desvelo podría ser una buena muestra de esta actitud. Su último post en Facebook anuncia su segundo aniversario; para ellos, estos dos años no habrían sido igual sin las redes: «Aparte de los propios libros, las redes e Internet son nuestro escaparate». A la hora de descubrir nuevos textos y autores, el editor Javier Fernández Rubio confiesa su preferencia por las redes sociales: «Yo en Internet no leo; me aqueja la pereza que genera la red. Ya de por sí, no ofrece todo lo que promete: puede que esté todo en la red, pero no es fácil acceder a ello, o al menos a lo sustancial; los motores de búsqueda tienen sus criterios, como todos discutibles. Las redes son más certeras y si están bien elegidos, los agregados pueden generar una información más selectiva e interesante».
Otra forma de entender las redes es la de Jesús Ortiz, al frente de la editorial Mil Razones, quien ha preferido difuminar las fronteras clásicas entre autor y editor, y regenta un blog más libresco que literario, y un perfil en Facebook en el que conviven novedades de la editorial, noticias del sector, anécdotas personales y jugosas reflexiones como la de una de sus últimas entradas: «Los libros no están de moda. El País saca en portada que se va a rodar una película sobre 'El pájaro amarillo'. La editorial Creática sacó un libro sobre el mismo tema y no hay noticia. Vale más un 'te daré' (película) que un 'toma' (libro)».
La resistencia
Pero no todos los escritores han caído seducidos por las redes sociales; algunos, como el poeta Juan Antonio González Fuentes, se muestran reacios a su uso. «Tengo un perfil en Facebook, aunque que no sé exactamente lo que es; lo abrió mi mujer y ella es quien lo administra».
A pesar de no desdeñar las nuevas tecnologías, González Fuentes se siente más unido al papel, al mundo de su educación: «Evidentemente, creo que Internet y las redes pueden ser útiles para los escritores, tanto a nivel profesionalmente como creativo, pero yo no las utilizo porque, personalmente, nunca me han atraído; quizá sea un hombre demasiado clásico en ese sentido; con decir que todavía escribo cartas.». No obstante, desde estas líneas atestiguamos que el escritor también utiliza el correo electrónico, aunque por motivos sentimentales prefiera el postal.
El trasfondo
La sutil diferencia entre una página y un perfil personal no siempre resulta demasiado clara en Facebook. Así sucede en la página de Álvaro Pombo, que cuenta con cerca de seiscientos seguidores, la mayoría de los cuales utilizan el muro para enviar saludos y felicitaciones al escritor («Adoro tus libros», escribe el visitante Christian García; «Sos lo más», afirma Nicolás Gambetta) y otros para compartir noticias de otros medios relacionadas con el autor y su obra. Sin embargo, la comunicación resulta unidireccional: nunca hay respuestas de Pombo, lo que da a entender que la página no es gestionada directamente por el escritor. Un vistazo a la sección de información puede servir para aclarar el misterio: al final de su biobibliografía aparece un enlace a su supuesta página web, que resulta ser la del partido UPyD.
Fuente: eldiariomontanes.es
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